Atrás quedaron aquellos tiempos en los que una abalancha contenida de manos y brazos fuertes para el trabajo, bajo un grito desesperado provocado por la necesidad, se avalanzaban como una gigantesca ola sobre nuestras fronteras.
Hoy la situación, no está para muchas alegrías, tanto esfuerzo e ilusiones perdidas, tantas vidas y proyectos, el camino inverso, desandar, es una triste panorámica la de algunos sueños rotos, toda una pesadilla que se encontraba oculta bajo las oscuras aguas del estrecho o a bordo de un avión.
Tal vez si nos apoyamos los unos a los otros en lugar de ver como se desploma nuestro/a compañero/a herido/a.
Una pequeña ayuda en un mal momento, puede hacer regresar de nuevo esos pequeños y grandes momentos felices de otro tiempo.
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