Llevo como una hora
levantado y después de revisar todo lo revisable en la web, me he dado cuenta,
de que no paro de bostezar mirando la pantalla de mi PC, con una página en
blanco lista para escribir y me ha salido la palabra “Encefalograma plano”; me
he puesto a investigar a propósito del tema y resulta que tras lo que denominan
muerte cerebral, hay una zona del cerebro, el hipocampo, encargada de la
memoria y las emociones y el aprendizaje (eso dice el artículo), que sigue
funcionando y mandando instrucciones. Automáticamente hicieron una llamada y se
pusieron a experimentar con gatos, son sus preferidos a la hora de estudiar y
experimentar en cuestiones cerebrales.
Aquí en el taller, desde hace
cosa de un año vino una gatita y parió un macho y dos hembras y desde entonces
a lo largo de toda la noche, hay una especie de procesión gatuna entrando y
saliendo por la ventana dirigiéndose al plato de comida que les dejamos en el
taller. He puesto un detector de movimiento luminoso en el pasillo y cada vez
que pasa uno, se enciende, por lo que las noches se han vuelto un tanto sicodélicas;
por cierto, aquellos gatitos, ya han sido papis y mamis en dos ocasiones,
vienen también los nietos.
Comparto mi hora mágica de
levantarme a comer a eso de las 03:30 o 04:00 de la madrugada, (el cambio de
sueño, necesito algo dulce) con ellos, aparecen en medio del taller, me miran
como pensando ya está aquí otra vez el “pringao” que nos da de comer, yo los
miro y pienso “Joder, ya ni te cortas”, ellos saltan sobre la mesa, yo engullo
lo que tengo en la mano y a la cama y a partir de ahí, me duermo y despierto de
forma más o menos continuada, lo cual en cierto modo me gusta, porque parece
que tengo más tiempo para dormir, pero siempre te quedas dormido profundamente
20 minutos antes de levantarte y me viene a la cabeza el café (aun no lo he
tomado y no paro de cambiar las letras mientras escribo); hubo un tiempo en el
que una alumna cirujana, prestó a un alumno diseñador, una calavera, yo ya
había tenido contacto con un par de ellas en una ocasión, pero esta presentaba
todos los síntomas por el color, de haber estado enterrada en el fango; era
femenina y un tanto desagradable por el color y estuvo tres meses en frente de
mi despacho, junto a la ventana, cada vez que me levantaba por la noche a
comer, tenía la sensación de que me observaban, llegué a ponerle nombre, creo
que era “Florinda”, le comenté a mi alumno que cuándo se la iba a llevar para
reproducirla; ya no sabía si empadronarla en mi casa. Prefiero los gatos,
aunque sí que dispongo en el otro taller, de la calavera de una cabra que
encontré en Grazalema hace unos 25 años; algunas veces, he pensado en llevarla
de nuevo allí y enterrarla, pero le escribí una frase en su momento en el
cráneo, que me recuerda, cuales son las cosas importantes de la vida y cuáles
no...
El año pasado, hice una
esculturita a la que llamé “Momento para el Café”; básicamente, era una taza de
café con una especie de mujer que se formaba por el vapor que desprendía la
taza. Esta pieza tenía relación con la exposición que organizamos a principios
de 2019 “Miradas a lo Cotidiano”; Museo de los Sentidos 2019 (acaba de entrar
otro gato, lo llamo Wijo, porque ese es el sonido que hace y ahora Rosita, su
hermana, una gata de altas capacidades intelectuales, a veces me ayuda a escribir
los artículos); voy a preparar el desayuno, luego sigo, a ver si el hipocampo,
logra despertar al resto…
Pues como decía, dediqué una
esculturita a ese momento del día que reservo para el café: El primero a la
hora del desayuno, el menos relevante, el segundo sobre las 11:00 el más
importante, logra paralizar el mundo, el espacio-tiempo se distorsiona y todo
gira a mi alrededor, mientras, yo permanezco inmóvil; el tercero es el de la
tarde, sobre las 18:00; tomo muy poco café en realidad, es lo que por estas
latitudes, denominamos, una nube doble.
Decidí, que mi pequeño
momento cafetero, al igual que en su momento con mis esculturas, podría enriquecerse
bastante, si lo abordábamos desde otros diferentes, aunque relacionados puntos
de vista. Yo al principio, abordaba mis esculturas, directamente con arcilla,
pero me di cuenta, que llevaba tiempo haciendo lo mismo y no evolucionaba, y
cuando descubría algún fallo de estructura, había que deshacer casi toda la
pieza; con el café me pasó lo mismo, llegó a ser algo rutinario y repetitivo;
aprendí a disfrutar de la realización de bocetos previos, en los cuales, además
de corregir fallos estructurales rápidamente, había ya una primera fase
creativa en la futura escultura; con el café, aprendí a seleccionar los tipos
de grano, molerlos, justo antes de tomarlos y elegir una buena cafetera. Posterior
al dibujo o bocetos, de mis esculturas, venía la fase de volumen, para un
escultor, el volumen es esencial en el dibujo, yo suelo crear varios códigos de
colores y sombreo, añadiendo una nueva fase creativa y solucionando la
composición y unión de las
diferentes vistas de la obra. Respecto al café, la
leche también es importante, me gusta batirla, con una pequeña batidora; mi
madre siempre dice cuando ve el café con espuma (somos de granada) “¡cómo el de
Maracena!”. Cuando ya tengo todo lo que necesito en relación a la escultura,
plasmado en el papel, lo traslado a la arcilla, generalmente, trabajo con gres
y cuando ya está lista, vuelvo a tener un momento creativo, cambiando algunas
cosas y dejándome llevar. Luego tras el ahuecado, tiempo muy lento de secado,
cocción, decoración y segunda cocción. A veces, suelo añadir elementos ajenos a
la arcillas como parte de mis obras, esfera de un reloj, alguna pieza metálica…
Yo al café, suelo rallarle algo de chocolate negro y añadirle algo de canela,
pero muy poca, a veces menos es más, no siempre. Cuando la escultura está
terminada, hay veces que piensas, que bueno está esté café, otras, le falta un
poco de leche.
Son estos pequeños y simples
a la vez que sencillos momentos diarios, los que le dan calidez a la vida y es
mejor aprovecharlos y vivirlos intensamente, de lo otro, ya se encarga el
tiempo; elegid una bonita taza, yo siempre bebo en la misma.
*La primera parte de esta
entrada, la hice con ayuda de Rosita.
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