Lo bueno de la edad, es que
cada vez tienes más claro, lo que no quieres y eres más rápido deshaciéndote de
lo que no necesitas o te lastra; es algo así parecido al momento en que la
arcilla, ya está entrando en estado de cuero y te dedicas a tallarla y eliminar
material, construyendo vacíos, para permitir la entrada de la luz y mostrando
el exterior e interior, tal como es; en mi caso, a través de la escultura.
De todo se aprende y en todo
momento y tal como te sientes, trabajas tu obra; a veces más compleja, otras
más simple; a veces mucho, otras nada. El vacío, se apodera de mis obras, tal
vez ha llegado el momento de envolverlo con ella, en lugar de que esta se deje
traspasar por este.
Lo que te hunde, se rechaza
tan rápidamente como esa llamada infinita que se produce después del almuerzo
por parte de algún vendedor: al principio fue la conversación, luego el sonido,
después el bloqueo, más tarde el olvido; no existe el teléfono; hago mío el
lema de mi maestro “YoYgo”.
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