Ayer sábado 15 de octubre, realizamos una nueva quema de Pit Firing con nuestras alumnas/os en el taller; cada año, aprendemos algo nuevo y vamos realizando algún experimento, tanto en el proceso y materiales que utilizamos, como en el diseño del horno de serrín, que estando construido con los materiales más básicos que podemos encontrar a mano, realizando pequeños cambios en la altura, anchura y entradas de aire, pueden afectar al resultado final de las piezas.
La jornada empezó a las 10:00, las piezas ya estaban elaboradas y bizcochadas, por lo que el proceso, podía realizarse más rápido; tan solo, faltaba envolver las piezas con los materiales pertinentes e ir montando el horno poco a poco según la necesidad de espacio y la forma y tamaño de las piezas.
Por la tarde, tras el almuerzo en común y la merienda, ya se podían ir extrayendo las primeras piezas aun muy calientes, para evitar roturas de las mismas por el descenso brusco de temperatura, teníamos a nuestra disposición, dos habitáculos para hacer mas suave el proceso; primero colocábamos las piezas en uno con su tapa para que se fueran templando y posteriormente en el otro, ya sin tapa y protegidas de las corrientes de aire.
Las piezas, salieron bastante bien en general, pese a que el tamaño de algunas de ellas, era bastante considerable; siempre hay alguien que no escucha los consejos que se dan y se arriesga, pero en esta ocasión tuvo suerte.
Se utilizaron materiales diversos y realizaron todo tipo de experimentos; Marina y alguna de las alumnas más veteranas, se ponen a elaborar recetas días antes y anotar y comparar los resultados a posteriori.
Yo me limito a tragarme el humo y extraer las piezas del horno que yo mismo he montado, Marina en la otra parte del taller, va guiando las operaciones de preparación de las piezas; las alumnas/os, van y vienen de un lado al otro del taller, transportándolas en cubetas.
Siempre sucede que cuando ya tienes terminado de montar la estructura que forma el horno y listo para meter fuego, aparece alguna pieza de más o llega alguien a última hora, por lo que hay que añadir algún suplemento extra, para aumentar la capacidad.
Al final, todo es una sorpresa, es lo más parecido a asar una patata que conozco, todas las piezas salen con su cáscara y con un cuchillo hay que desprendérsela, reapareciendo el interior, siempre sorprendente y diferente.
Queda luego, dar su capita de cera y pulir, la realización de algunas fotografías y recibir posteriormente las imágenes por parte de nuestras alumnas/os ilusionadas, con las piezas, ya colocadas en algún rincón de sus casas
Marina y yo, dejamos reposar nuestros cuerpos al menos durante 24 horas, durante las cuales, el olor a humo, permanece junto a nosotros todo el tiempo, son necesarias varias duchas, para eliminarlo.
La limpieza del taller, es otra cuestión, se va realizando poquito a poco, a base de manguera, cubo y pala; luego, cada cosa a su lugar.
Bueno, ya tan solo nos queda en unas semanas, comenzar a preparar la próxima quema de Rakú Navideña, que en esta ocasión será de Pelo de Caballo, Rakú Desnudo y Obvara.
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