El gorila alfarero:
José Manuel Martín Aguilera.
EL GORILA ALFARERO
Cada día al salir de casa, nos vemos enfrentados a un número
indeterminado de sucesos cotidianos que nuestro cerebro, a modo del de un pobre
herbívoro que está a punto de ser devorado por una fiera, interpreta como un
enorme peligro, ordenando la segregación de una serie de sustancias en nuestro
organismo que por acumulación, de un día para otro, van haciendo que se
deteriore de forma general, nuestra salud física y como no, nuestra salud
mental.
Todos los días, nos vemos enfrentados contra la sociedad, nuestro lugar
en el mundo, parece estar en contraposición al de los demás y nuestros
pensamientos, surgen sin cesar: la hipoteca, el trabajo, los niños, el coche,
la salud, la muerte. Tratamos de buscar una salida, todo se vuelve negro,
monótono, tenemos la sensación de hundirnos en un pozo sin fondo, vamos al
médico, nos aconseja un poco de
tranquilidad, algunas pastillas y un cambio en nuestro estilo de vida, tal vez
estarían bien unas vacaciones, un poco de deporte…
Lo intentamos, tratamos de tomarnos las cosas con calma, tal vez con
algún cursillo de desarrollo personal; parece que lo tenemos ya todo
controlado, pero abandonamos. Un buen día, nos metemos en el coche para acudir
a algún hipermercado (lugar donde los ciudadano del nuevo milenio pasan sus
ratos de ocio y tiempo libre) y tras varios semáforos y varias
circunvalaciones, nos encontramos con un atasco y llegó el infarto; unos
minutos después, el ambulancia y la sensación de haber estado perdiendo el
tiempo durante toda tu vida.
¿Nos suena?; este pequeño relato es posiblemente, una metáfora de
nuestra propia vida.

Es un ejemplo algo simpático y
simplón, pero a la vez tremendamente realista; vivimos contra natura; hacen
falta al menos otras tres cosas más para encontrar el equilibrio, que añadir a
las tres tradicionales que descubrimos en nuestra más tierna infancia en
aquellos libros de texto escolares, que nos definían como seres vivos; ¿os
acordáis?:
·
Nutrición
·
Relación
·
Reproducción
Tal vez, durante algunos años de nuestra vida, especialmente, durante
nuestra adolescencia, seamos felices con esto, tan solo, necesitamos estar
sentados con nuestro “smart phone” en un restaurante de comida rápida, para
tener al menos dos de estas necesidades vitales ya cubiertas; la tercera, tal
vez se produzca ocasionalmente unas horas más tarde en ese mismo día; según
esto, ya seríamos seres vivos.
Pero, al gorila interior, con la edad y la experiencia, no le va
bastando ya con esto; este, necesita, de vez en cuando: subirse a algún árbol o
a una peña, estar rodeado de vegetación y estar cerca de algún arroyo, necesita
lanzar un palo al aire, ver como una piedra rebota varias veces seguidas sobre
la superficie del agua y gritar de vez en cuando mirando al infinito, marcar
algún objeto, dejar evidencia de que ha estado por una u otra parte,
desplazarse, hacer agujeros en el
terreno, fabricarse alguna herramienta y tener la suerte de descubrir a otro
ser vivo, de naturaleza salvaje en plena naturaleza; esto último, es algo así como una experiencia
mística en plena naturaleza, un suceso paranormal, para los que hemos tenido la
suerte de experimentarlo.
Estos tres consejos, me atrevo y permito daros, para ser más felices:
Sacar al gorila de paseo por su entorno natural, lejos del asfalto y dejar
a este subirse a un árbol de vez en
cuando, a una montaña o meterse en un río o el mar, (si no os gustan los
árboles, o tenéis aversión a la naturaleza, mal asunto, el gorila, está en peor
estado de lo que debiera). Si el gorila, está en lo alto de un árbol, montaña o
sumergido en el agua; dejadlo tranquilo reflexionar en calma con la mirada
absorta hacia el infinito; luego, dejad que este utilice sus manos, facilitándole
un palito, un pedrusco, algo de agua y arena, con esto, nos bastará para que se
tranquilice.
Así pues:
·
Ejercicio,
para vaciar un poquito ese vaso que se desborda de pequeñas gotas grises y
turbias.
·
Meditación,
para evitar ver todas las gotas de agua, de color gris y que estas nos afecten
tanto, permitir entrar al espectro luminoso en nuestras mentes.
·
Alguna
actividad plástica, para no buscar más gotitas grises de las que necesitamos,
mirando constantemente a nuestro alrededor.
Os hablaré de esta última, ya que personalmente, tengo la suerte de
trabajar todos los días, con palitos, agua, arena y alguna piedra a través de
la cerámica.
La cerámica es amable al primer contacto y nos mantendrá interesados
durante toda nuestra vida; nunca conseguiremos dominarla ni satisfacer nuestra
curiosidad; será nuestra propia Sherezade de esas historias interminables de
los cuentos de las mil y una noches.
¿Por qué la cerámica?, la cerámica es dócil al tacto, amable en cuanto
a los resultados iniciales, nos recuerda nuestros primeros juegos en la
arena, con el agua, el barro en definitiva, es una experiencia muy
personal y natural, no hacen falta herramientas en principio, (aunque seremos
felices con un palito), que sin embargo, nos permite con el tiempo la
utilización de técnicas de gran complejidad en la medida que evolucionamos en
su uso.
A Través del trabajo con la arcilla, establecemos una vía de
comunicación directa y alternativa con nuestra propia personalidad, ese gorila
que llevamos dentro, que para nuestro
caso, ya es un “Gorila alfarero” nos ayudará a realizar un ejercicio de
introspección y autoconocimiento. Las emociones y nuestros sentimientos,
saldrán a la superficie de manera más fluida, mejorando nuestro propio
autoconocimiento y nuestra propia autoestima.
Para un psicoterapeuta, la expresión artística y en nuestro
caso, a través de la arcilla o la cerámica, se revelan como una herramienta
eficaz para reducir los niveles de ansiedad, estrés y depresión, en un primer
nivel, que en algunos casos, pueden acabar explosionando en
comportamientos agresivos hacia los demás y hacia uno mismo.
La expresión artística como actividad y como terapia, es por tanto una
buena herramienta para la inclusión social.
Un/a gorila, jugando con el barro,
establece comunicación con el contexto psicoterapéutico, principalmente
cuando las técnicas más convencionales no son suficientes para que sea posible
la conexión con el yo interior. Una obra de arte expresa aquello que el artista
quiere volcar, muestra su yo más interno y permite que salgan a la luz multitud
de pensamientos y sentimientos, todo ello a partir de la propia creación.
Por otra parte, los trabajos realizados, sirven como toda una
declaración de intenciones sobre nuestros sentimientos hacia los seres más
queridos que por circunstancias temporales, no vemos; es una manera de hacer
tangible y palpable hacia los demás, nuestra propia evolución interior;
dejaremos de gruñir, y apareceremos en nuestras casas, con un bonito tiesto
pintado o no, de algún color.
Tal vez ha llegado el momento de relajarnos un poco y de dedicar 4 o 5
horitas semanales a desconectar un poco del día a día, se trata de hacer más
soportable lo cotidiano, hay una gran variedad de propuestas en nuestra
sociedad.
No olvidéis de vez en cuando, subiros respetuosamente eso sí a algún
árbol, y daros un paseo.
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