Los buenos momentos;
encuentros casuales y buenas conversaciones acompañados de una 0,0.
Dentro de lo bueno y de lo
malo que tiene el movimiento centrípeto artístico, está el conocer a personas
afinadamente dispersas en su tiempo y lugar de trabajo y aventureras
parcialmente de la vida; se sostienen ágilmente con una sola pierna sobre un
cable acerado que se balancea a merced del viento unas veces se encuentran en
la parte superior de este, otras colgando, otorgando a la otra pierna, plena
libertad de movimiento rítmico.
Los encuentros en torno a un
café, infusión o birra, no tienen en común con respecto al resto de los
mortales nada, excepto el objeto que se sostiene con la mano y se deposita cada
cierto tiempo en la mesa.
Suelen ser reuniones de
trabajo, visitas de cortesía, encuentros casuales; es como gravitar en torno a
un “Agujero Negro”, pronto acabas siendo absorbido y apareces en el otro
extremo del espacio/tiempo transformado temporalmente.
Luego regresas a tu propio
micro-cosmos.
Los artistas, son una especie
de tribu, subdividida en otras tribus de diferentes características; cada una
de estas tribus, tienen sus lugares de caza y reposo; a veces van a la guerra
para extender sus dominios y otras abandonan la tribu, para entrar en otra;
como en la naturaleza, existe un gran número de jóvenes orbitando y deambulando
por los diferentes orbitales de cada tribu en tierra de nadie, madurando en
espera de poder ser absorbidos o aceptados.
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