Cada época del año, tiene
sus tareas y cada oficio tiene sus momentos; aprovechando el calor que el
verano nos ofrece (cada año más generoso con la temperatura y prolongación de
esta), aprovechamos para reciclar toda la arcilla que hemos ido echando en diferentes
cubetas según características y aunque
no somos amigos de los moldes, ya nos decisimos de ellos (no me gusta repetir
dos veces la misma obra, mis manías), los usamos para esta tarea. Hace unos
años, hubo una época en la que me dio por aprender y practicar el oficio de
matricero y de ahí quedaron muchas escayolas para esta tarea de reciclar
arcilla, muchas de estas escayolas, cuando les das la vuelta, te traen nostálgicos
recuerdos del pasado, es como hacer un agujero en la tierra y encontrar un
pequeño juguete de otra época; (un ficticio y breve viaje en el tiempo);
relieves en negativo de personas que ya no están entre nosotros, trabajos de
alumnas que pensaban que con un molde se comerían el mundo, moldes gigantes en
los que no calculé su manipulación cuando estuvieran húmedos, etc.
Una vez en nuestros comienzos,
compramos un libro cuyo título no voy a comentar, ya que aunque me pareció un
tongo, no dejó de ser una lección aprendida por mi parte y aprendí a
diferenciar sobre “¡¿Como vivir de… de ¡¿Cómo
vivir de los….”.
Reciclar la arcilla, es una
de estas formas de vivir de; al menos reciclamos arcilla, para unos cuantos
meses del año, lo cual ya es bastante, (no somos una fábrica).
Recuerdo que aquel libro lo leí
en un solo día, (no tenía demasiadas páginas) y recuerdo que ese día estaba
enfadado, así que no hice otra cosa que leer, por la noche, cuando apagué la
luz de la mesita de noche tras haber leído la última página de este, me quedé
con esa expresión en la cara que todos/as sabemos cuándo nos la han jugado.
Dejo el tema de un libro que
leí hace 16 o 17 años y me meto ahora con esos carteles publicitarios que dicen
cosas como “Aprender Torno en dos semanas” o esas personas que quieren un curso
intensivo de cerámica de una o dos semanas para presentarse a unas oposiciones
y dar clases en una “Casa de la Cultura” y que no han tocado la arcilla en su
vida o esas personas que vienen a probar escultura cerámica, pensando que el
primer día van a hacer un torso en cuatro horas o aquellos escultores que
piensan que en dos fines de semana, van a aprender a trabajar y adaptarse, para
que no les revienten más las piezas en hornos de alquiler y van a dominar la
decoración de las mismas, para poder aumentar su producción y ahorrarse la
fundición en bronce u otros materiales.
En fin, creo que me ha
sentado mal el almuerzo, yo tan solo quería deciros que Marina y yo, (más bien
Marina), estamos reciclando arcilla como todos los veranos y parece ser, que
ideas y aportaciones nuevas utilizando ese magnífico taladro mezclador (¡qué
buena inversión!) 18 años y no faya, y esa radio antigua de plástico, que
parece que solo puede reproducir música de los años 60 o 70.
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