Estoy pensando un tema de
trabajo para mi nueva serie de obras; cada obra es un capítulo completo, aunque
a veces estos te dejen con un final un tanto confuso; el grupo de obras
configuran un libro completo, es una historia que tendrá los capítulos que
necesite la narración, aunque no lo tengo claro aun, ya que ni tan siquiera sé
sobre qué voy a hablar a través de los palillos de modelar, mis lápices y mis
manos, tan solo tengo claro, que necesitaré papel y qué tipo de arcilla voy a
trabajar; cada uno tiene sus costumbres y acaba eligiendo un tipo de papel y un
tipo de arcilla y ha reservado un conjunto de materiales que son los que más te
facilitan tu trabajo, después de haber probado y desechado otros durante años.
Me gusta jugar con las
palabras a veces, pero sin encorsetarme demasiado en ellas; mi obra plástica en
un poco así, juego con las formas y me evado de la realidad intentando hacer
unos cuantos giros en el aire, para volver a la forma.
Hubo épocas en las que
modelé sobre mí y mis problemas personales, otras en la que mis palabras
adquiriendo una tercera dimensión, protestaron por todo lo que veía mal a mi
alrededor; luego hubo un tiempo de silencio que dio paso a un libro formado por
seis figuras titulado “El Luto”; me falto una obra, pero quise dejar un final
abierto. Las obras que vinieron después, fueron algo así como una serie de
relatos cortos e independientes y el tema, según la necesidad y la influencia,
que ejercen sobre mí ciertas personas.
Una vez vi un documental
sobre un gran fotógrafo, Sebastiao Salgado, fue un viaje autobiográfico sobre
sus orígenes, la temática principal de sus fotografías y como entró en una
profunda depresión con esta inmersión que hizo, especialmente cuando tuvo que
convivir con la muerte y el hambre ajena y su incapacidad personal. Salió de su
depresión, regresando a sus orígenes y restaurando la naturaleza que
anteriormente repoblaba la finca de su abuelo y convirtiéndola de nuevo en un
bosque.
Creo que me apetece hablar
de las personas que me rodean, de cómo un monstruo, no es más que un niño
asustado y de cómo un niño, puede convertirse en un monstruo cuando crece; de
cómo los gritos de alguien, no son más que la repetición de las palabras que ya
escuchó de sus seres queridos, de cómo la agresividad se transforma con el
cariño y como las personas te cuentan lo que quieren cuando les das espacio
para hacerlo, de cómo una hermosa mariposa vuelve a volar y mostrar su colorido,
cuando dejas las ventanas abiertas y que entre el aire fresco de la mañana, de
cómo una sonrisa, vale más que muchas conversaciones y de cómo una palabra
genera una gran sonrisa de satisfacción y de cómo todo esto te cambia.
Me apetece ponerme en el lugar
del otro, caminar bajo sus huellas durante un tiempo necesario y saber cómo se
siente, eso me ayudará con los prejuicios y a encontrar mejores razones y
razonamientos para encontrar más sonrisas y algunas lágrimas, cuando ves
marchar a alguien que ya ha completado un pequeño ciclo, que no lo dejaba
respirar.
Me apetece caminar bajo las
huellas de algunas personas, para entenderlos y cuando estas dejen de hacerlo
por cansancio, caminar sobre las mismas, hacia el frente con pequeñas variaciones
de latitud en uno u otro sentido hacia esa línea fronteriza del horizonte,
donde se funden y deshilachan, el azul y el naranja, mostrando y enfrentando
ciertas sombras que anteriormente no se percibían.
Caminaré sobre las huellas
de las otras personas, dirigiéndome como un funambulista hacia la línea del
horizonte al atardecer y observaré todas esas sombras oscuras, que nos
perturban, para sacar a la luz, su verdadera naturaleza.
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