Dirijo esta entrada en mi
blog, a todos/as aquellos/as, que tenéis un taller, estudio o como queráis
llamarlo de arte, artesanía, todo a la vez o relacionado con el tema.
Hay un dicho muy antiguo,
por ahí, que dice “Cuando entras en un taller y está demasiado limpio, mal
asunto” (se tiene mucho tiempo libre para limpiar); este dicho, es muy parecido
a este otro “Si vas conduciendo por la carretera y ves un restaurante, donde
hay muchos camiones aparcados, párate a comer” (ahí se come bien y barato).
Esto puede que fuera así en
el siglo pasado, además lo corroboro; mi padre me decía muchas de estas cosas
cuando niño; cuando entré en la adolescencia, juventud y segunda “Juventud”,
pensé que no llevaba razón, (los tiempos cambian); ahora, me he dado cuenta de
que en la mayoría de las cosas que decía, la llevaba (jugaba con la ventaja de
la perspectiva).
Liquido rápidamente el
asunto del restaurante; ha cambiado, donde antes se comía “de la leche”, ahora te
amargan el día triplemente: la comida ya no es buena, al rato tienes otra vez
hambre y te han jodido un buen recuerdo. El sitio pervive, pero la familia que lo
atendía y sobre todo la señora o el señor, que cocinaban, ya no están.
Vuelvo a la limpieza del
taller, (suelo divagar bastante); Marina y yo estamos ampliando el taller, y
donde antes había almacenados trastos, botes, palos y cosas del pasado
maravillosas, esperando ahí 15 o 20 años para ser reutilizadas, ahora tiene que
quedar una sala acristalada y reluciente y como seguimos dando clases y
trabajando, vamos trasladando cosas de un logar a otro, mientras tiramos, según
evolucionan los albañiles.
Bajando unos tarros de
esmaltes de la parte superior de una estantería, algo para lo que estamos
especialmente dotados lo hombres, además de para abrir frascos, he tenido una
pequeña reflexión, me he quedado bloqueado buscando la respuesta, ha sido como
una especie de “Koan” instantáneo de estos que práctica una rama del Budismo
Zen. ¿Si tuviera que desalojar toda la casa
de artefactos, tractos y maravillas que hay arrinconadas por todas
partes, especialmente en el taller, para venderla o alquilarla, qué harías?; ha
sido algo así, como el Koan de la leona “Se encuentra agarrada a la rama de un
árbol por las boca para no caer por un acantilado y con una pata, sujeta a un
cachorro, con la otra a otro y necesita de una pata para subir por la rama ¿qué
hacer?” (Si no has tenido que pensarlo mucho, es que eres un pelín sicópata).
Los/as artistas, entre otras
especialidades, como la de crear, no tenemos la de saber vendernos, pero si la
de ser unos grandes coleccionistas (llamémoslo así); nos encariñamos con todo y
con cualquier cosa, somos los grandes recicladores de la naturaleza, llenamos
espacios y superficies y observamos cómo se van desasiendo y deteriorando las
cosas (llamémoslo también mierda), somos unos grandes nostálgicos, unos
filósofos del deterioro, vemos la belleza en cualquier cosa “Somos artistas”,
el que tiene el don de la palabra, se inventará un gran discurso para
argumentar el desastre que ha ido creando a lo largo de los años, como por ejemplo
“La decadencia de nuestra sociedad”, el que no hable demasiado, te dirá “Simplemente
Observa”.
Bien, somos anárquicos/as,
eso queda bien, nuestro aspecto desaliñado y la profesión, nos da licencia para
casi todo y nos justifica, pero reconozcámoslo, “Somos unos Guarros”, (con
perdón de la familia porcina, dicen que en el fondo son muy limpios). Llevo
todo el mes de agosto y ahora septiembre llenando cubetas y con un carrito
(restaurado y reciclado claro, tiene 30 años) para arriba y para abajo,
desmontando la última instalación artística que entre Marina y yo, hemos estado
creando desde la última vez que limpiamos. Por cierto, he visto en la
televisión esos anuncios sobre el plástico y no sé cuantos cientos de años
tarda en deteriorarse, las tapas de muchos de mis tarros y algunas bolsas, se
deshacen con solo tocarlas y se convierten en confeti, no sé si será
consecuencia del producto que hay dentro, o que quizás, el tarro ya lo recogiéramos
para reutilizarlo, de otro coleccionista y este a su vez de otro/a ¿…?.
Buenos, escribo esto en uno
de mis descansos, tengo las piernas llenas de moratones, las manos llenas de
cortes y me bebería alguno de los bloque de hielo que se desprenden del “Perito
Moreno” o cualquier otros glaciar, que se está derritiendo fruto del
calentamiento global (tristemente), aunque puedo afirmar con rotundidad que no
por culpa de “LOS/AS ARTISTAS”. Puede que dentro de miles de años, en el lugar,
donde se encontraba mi taller, encuentren una gran bolsa de petróleo o algo
parecido (ya sé cómo se forma el petróleo, pero algún bicho que otro hay pegado
a los botes ya muerto). Espero que si hay alguien vivo sobre la tierra, pueda
sacarle partido, o sepa apreciar las maravillas que hay almacenadas, bajo
varios metros de tierra.
Por cierto, se supone que
tenía que escribir sobre nuestras clases, pero me influye el ánimo en lo que
transmito.
Tenemos una maravillosa aula
totalmente domotizada y preparada para la estimulación sensorial a través de
juegos de luces y para levantar el ánimo en los días grises, donde damos clases
de Cerámica Artística, realizamos el taller de Expresiones y Emociones y los
miércoles, hacemos un taller de carácter social con nuestra asociación; otro
aula, para los/as alumnos/as más duros, para alfarería o torno y otros
menesteres, dos almacenes, uno para las artes plásticas, que ha quedado hecho
un “pincel”, (parece una tienda) y otro almacén, para la cerámica “otro pincel”;
un aula acristalada de usos múltiples, para clases de pintura artística,
pintura graffiti y arte urbano, escultura cerámica, conferencias, clases
teóricas, sala de exposiciones, etc., una zona de reciclado de materiales
cerámicos, también ya perfectamente ordenada, un jardín paradisiaco a nuestro
alrededor con un estanque y bastantes más espacios disponibles para poder
utilizar en un futuro, si conseguimos desligarnos sentimentalmente de los
objetos que en ellos hay abarrotados.
Bueno, os dejo, misión cumplida:
desahogo, consejo y publi; a seguir subiendo carritos al volquete de la calle;
por cierto, ya sé eso que dicen de que el desorden, estimula la creatividad
(tenemos salida para todo, que suerte).
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